lunes, 31 de enero de 2011

Parón

Damos y caballeras, en vista de que muchos de vosotros estais de examenes y que yo debería estar estudiando, la 1º temporada queda cerrada.

Para los que me seguís, deciros que en cuanto acaben los examenes, volveremos con más capitulos y algunas sorpresillas.


Saludos y muchísimas gracias por leerme, de verdad ^^


Siros.

miércoles, 26 de enero de 2011

Más allá de los rugidos amenazantes.

Siros se despertó algo desorientado, miró con los ojos desenfocados por la luz que de repente entraba por la ventana.

Con la luz, la habitación se tornaba más brillante que antes, ya no tenía ese tono anaranjado. Ahora una intensa luz blanca, como la que entra por la ventana los días de verano, bañaba cada centímetro de la habitación. Tampoco estaba el olor a azahar. Ahora un intenso olor a tostadas impregnaba la casa.

Siros se incorporó y vio una mata de rastas que se movían a su libre albedrío.

--buenos días Moltbent—

--eeeehshiinassjsdias. —murmuró Moltbent arrastrando los pies, con cara de dormido y sonriendo al ver a Siros, éste, rió al verlo.

Al llegar a la cocina, vieron como Voldy, sentado a la mesa, comía, lentamente pero sin pausa, un cuenco, tan grande como una olla, de lo que parecían cereales.

Siros se sentó al lado de él mirando con curiosidad el cuenco.

--buenos días, Voldy—dijo Siros—

--¡Oh, vafa!—dijo con la boca llena, tragó con dificultad, asintiendo efusivamente—buenos días, Siros ¿has dormido bien?—

Siros asintió lentamente sin dejar de mirar el cuenco, olía bastante bien, sin embargo a la vista… no era tan suculento.

--¿qué comes?—

--¡oh! –Dijo después de una carcajada amortiguada por la servilleta en la boca—son mis cereales

--ajam—asintió Siros-

--Con espinacas—dijo Moltbent mientas cogía la jarra de leche fría y la vertía en un vaso.

--¡¿EH?!—Dijo Siros contorsionando la cara—

--están muy buenas—contestó mirando con los ojos entornados a Moltbent—

--no lo pongo en duda, pero yo prefiero un zumo y una tostada—dijo Moltbent sonriendo—

El desayuno siguió entre bromas de comidas, tostadas, mermeladas y algún que otro trozo de espinacas, Siros se armó de valor y lo probó. El resultado fue mejor del esperado.

--¿Dónde están Abatwa y Schwa?—Preguntó Siros—

--Pues mira…Schwa está en el mirador y Abatwa, se levantó temprano, siempre lo hace…—dijo Voldy -- ¡oh! Vaya ahora que lo pienso debe de estar esperándoos—

--¿esperándonos?—Preguntó Moltbent—

--Si, mira… al parecer ella ir con vosotros bajo tierra-- ¡oh! ¡Vaya! Debo ir a hablar con ella, tiene que recoger mi libro de ruso—

Voldy se levantó dejando el cuenco con algún rastro de comida. Según había oído Siros, Voldy podía comer inmensas cantidades de comida, eso sí muy, pero que muy despacio.

Moltbent y Siros se apresuraron a tomar la escalera hacia los pisos inferiores. Llegaron a una habitación que parecía tener más pinta de cueva que las demás. No había papel en las paredes ni muebles, ni decoración salvo por la entrada a las profundidades donde Voldy y Abatwa esperaban.

La entrada estaba decorada con columnas de estilo jónico, talladas en la misma pared y en la parte superior de la entrada, un friso simple también tallado en la misma pared y que parecía estar sujetado con las columnas, terminaba de darle una decoración pintoresca a la sala.

--No bajamos mucho a esta zona, por eso apenas está decorada—dijo Abatwa—

--¿Quién ha tallado los adornos de la entrada?—preguntó Siros.

--Abatwa—dijo Moltbent—Se le da bien la piedra y todo lo que tenga que ver con la tierra.

Se notaba también en el olor que apenas habitaban allí, un intenso olor a tierra movida, de esa que se huele cuando los niños hacen agujeros en la tierra mojada, impregnaba toda el lugar.

--Bien, el objetivo es simple,--empezó Abatwa—Atravesaremos el túnel hasta llegar a la ciudad, que es hasta dónde debe llegar—

--¿atravesaremos?, ¿tú vienes?—dijo Moltbent—creía que ninguno de los cuatro se les permitía la entrada—

--¿los cuatro?—dijo Siros mirando hacia arriba extrañado—pero si son tres…--

Abatwa movió la mano derecha como espantando las palabras de Moltbent.

--Primero, el túnel no está completamente terminado, por lo que me necesitáis-- dijo sonriente—además tengo que ir a por el libro de Voldy—

--¡Oh! ¡Qué detalle!—interrumpió Voldy mirando a Siros y a Moltbent nerviosamente---

--y por último necesitamos la ayuda de la cuarta habladora—

--¡¿QUÉ CUARTA?!—gritó Siros –

--OOOAAAAAAAAAAAAAAAAAAAGGR—

Todos miraron a la vez al interior de la cueva, de dónde provenía el espantoso rugido que acababa de retumbar por toda la casa. Siros que tenía los ojos como platos empezó a preocuparse y ya no le parecía tan buena idea pasar por debajo de la tierra, a fin de cuentas había sido atacado hace un día por una serpiente marina gigante.

--¡oh, vaya!—se limitó Voldy a decir claramente asustando—

--ahora saben que estamos cerca—dijo Moltbent—

--¿Quiénes?—

--oh, pues los topos—dijo Voldy que se arremangó y empezó a dar pasos hacia la entrada con aire desafiante—sucias bestias asquerosas, devolvedme mi libro malditos cabrones—

--¡Voldy!—dijo Abatwa con los ojos muy abiertos—

--oh, vaya, perdón—dijo Voldy que sacó un pequeño trozo de chocolate del bolsillo y empezó a comérselo muy despacio—

--Siros, --empezó Abatwa – la cuarta habladora es también una de nosotros, pero ella vive lejos, muy lejos junto a la ciudad. Es nuestra informadora, antes de entrar en la ciudad debemos llegar a su casa.

--OOOOOOOOOOOOOOOOAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAG—

--parece que está impaciente por vernos ¿eh?,¡¡ maldito hijo de puta!!—dijo Voldy otra vez perdiendo los estribos—

--¡¡VOLDY!!!—dijo Abatwa otra vez mirando desafiante a su amigo—te necesito aquí, Schwa estará en el mirador horas, puede que un día entero, así que necesito que tú te quedes aquí vigilando—

--oh, claro—dijo mirando a su amiga con cara de situación

--tranquilo, encontraremos tu libro—dijo Siros levantando el pulgar—

--toma—dijo Abatwa lanzándole una concha grande de color azul intenso y sacando ella otra del mismo color—estaremos en contacto—

--¡En marcha!—dijo Moltbent

Así empezaron la ruta subterránea Siros, Moltbent y la curiosa Abatwa. Caminando hacia el oscuro interior de la gruta más allá de los rugidos que retumbaba por toda la gruta. Mientras Schwa, llamaba con todas sus fuerzas desde el mirador a Voldy , nerviosa por lo que acababa de ver.

miércoles, 19 de enero de 2011

Día 3, noche. Diario de Siros

Me encuentro en la casa de los tres habladores. He pasado la tarde aquí. Después de lo que hemos pasado, Moltbent y yo para llegar, el resultado no ha quedado en saco roto.

Tengo una misión aquí. Por lo visto tengo que ayudar a alguien que, según mis nuevos amigos, me tiene en muy alta estima. He descubierto que este diario pertenece a una de las habitantes de esta isla. Me gustaría entregárselo cuando esto acabe…

Temo que mis camaradas, “Los Marítimos” ,me estén buscando con eficacia. Si es así mis nuevos amigos por lo visto están en peligro.

Además no quiero que lleguen hasta al menos haber conocido a ese Siros Dark.

Todo ello me lleva al mismo objetivo que tenía desde el principio: llegar a la ciudad.

Abatwa, una de las tres residentes de la casa, sabe cómo llegar, pero al parecer es mejor dejarlo para mañana. Así que dormiré en esta casa. Está bien dormir en una cama después de tanto tiempo…

Siros mira los distintos cuadros que adornan la habitación en la que iba a pasar la noche. En todos aparecían Abatwa, Voldy o Schwa en algún extraño lugar del extenso mundo.

--Hemos estado en casi todo el planeta—dijo Abatwa—pero nunca bastaba, nunca hemos visto lo suficiente, nunca aprendimos suficientes lenguas…

Abatwa avanzaba por la habitación posando sus oscuros ojos de un cuadro a otro. En su voz pausada y su lentitud en los pasos, se notaba nostalgia por volver a esos viajes.

--¿Por qué no volvéis?—

--no podemos ir hasta que no salvemos a Siros…--dijo Abatwa mirando al suelo con desanimo—somos un equipo, quizás seamos algo independientes y vayamos cada uno por nuestro lado pero… pero si alguno nos necesitamos, da igual la distancia o la situación, haremos lo que sea. —

Siros sabía de lo que hablaba, desde que naufragó a veces soñaba con su tripulación ahogada. Decenas de cadáveres en el agua, ese era su sueño una y otra vez.

--mañana empezaremos la ruta hacia la ciudad—

--¿no tiene nombre?—

--¿para qué?—dijo Abatwa encogiendo los hombros—sólo hay una en toda la isla…

--bien y…¿escalaremos las montañas o iremos por el bosque?—

--bajo tierra—

--¿cómo?—

--bajo tierra—volvió a repetir asintiendo con los ojos cerrados y con una sonrisa pintada en la cara—es el único modo de llegar sin que cambie la entra—

--¿Cómo que “sin que cambie la entrada”?, ¿Qué tiene que ver?—

--verás, la primera vez que fuimos a por…Siros Dark, la entrada fue variando a medida que avanzábamos, nos dimos cuenta de que al acercarnos, el paisaje variaba… tú mismo te habrás dado cuenta de que es casi , por no decir del todo imposible llegar allí…--

--sí, Moltbent mencionó algo—

--incluso llegar aquí ya es complicado porque estamos muy cerca a la ciudad—

--¿pero cómo varía?—

--no sabemos con seguridad… al principio creíamos que era el mismo Dark quien la variaba, si había construido un castillo en tan poco tiempo no podíamos descartar nada… hasta que llegamos y…--

--¿y?—

--bueno… lo comprenderás cuando llegues, el caso es que no era él, no podía serlo, así que creemos que hay alguien más allí, alguien que impide que lleguemos con facilidad—

--pero, ¿Quién? Y ¿Por qué no puede ser Dark, el que haga los cambios?—

--ya lo verás, el caso es que para llegar ahí que ir bajo tierra—dijo Abatwa otra vez asintiendo con los ojos cerrados con cara de felicidad

Siros no entendía esa expresión pero visto hasta donde había llegado, no le quedaba más que seguir.

Abatwa se marchó y dejo que Siros se acomodara en la cama de la habitación fue entonces cuando calló en un profundo sueño…

En una habitación en las lejanas tierras del sur de la Península Ibérica. El abuelo Diego, charla con su nieto de mismo nombre.

--Abuelo, cuéntame más sobre las palabras del alma—

El abuelo miró con los ojos plateados a su nieto. Tenía una mirada de esas que forja la experiencia, mientras que su nieto de ojos marrones tenía la mirada de quien tiene sed de conocimientos e impaciencia por saciarla.

--A ver Dieguito…--dijo con tono jovial como siempre hacia su abuelo pese a tener una voz ronca-- ¿qué quieres saber hoy?—

--¿por qué puedo hacer eso?, ¿Por qué no puedo decir otra palabra que no sea Meteora? Y ¿Quién es…?

--¡Eeh, calma amigo!—dijo acompañado de una estruendosa carcajada—vamos por partes—

El abuelo Diego, cogió un cigarrillo, lo encendió y se sentó en el suelo con asombrosa agilidad. –veamos, en realidad todo el mundo sabe el nombre de un alma, toda persona está conectada a una e incluso a veces varias personas están conectadas a una misma alma, depende de ti y el vinculo que crees con ella, para acceder a un poder u otro…

Dieguito asintió con asombro, cada palabra que salía de la boca de su abuelo era un tesoro que él cogía envolvía en un paño de curiosidad y lo guardaba en su mente bajo llave.

--en cuanto a porqué sólo una palabra—prosiguió su abuelo—bueno… no conozco a nadie que conozco más de un nombre, hay que tener una relación especial para que otra alma te diga su nombre y una mente abierta para que la oigas—

--ojalá compartamos el mismo alma—

--me temo que mi amiga, por así decirlo, no es Meteora…--

--Meteora…--repitió el pequeño-- ¿Quién es, abuelo?—

--dímelo tú, pequeño—dijo sonriéndole—

--yo creo que es una mujer, con el pelo rizado largo y de colores, y muy guapa abuelo, casi tanto como mamá— Dieguito hablaba con la mirada ida, con la misma mirada con la que casi invocó a Meteora en el patio—y parece como si de su cuerpo saliera llamaradas que no la queman, porque no es fuego lo que saca de cuerpo. Son sueños, los mismos que hay en los libros y los cuentos que me muestras—

Diego, el abuelo, miró con leve asombro la elocuencia que su nieto había mostrado durante la explicación, pero sabía que además de la cantidad de libros que leía dieguito, también Meteora le ayudaba de algún modo.

--abuelo, ¿y tu alma?—

--¿La mía?, la mía es simple y bella a la vez, mi amiga se llama Ne… --

--¡Vamos Siros, arriba holgazán!—gritó una voz despertando al naufrago de su extraño sueño, un sueño que volvía a llevarlo junto a un hombre y su nieto…--

martes, 11 de enero de 2011

dia 3 (continuación)

Habían llegado por fin a la casa de los Tres Habladores, allí aparecía una pequeña choza, oscura hecha de lo que parecía adobe y paja, la pequeña casita se situaba en mitad de un páramo, enorme y tan verde que parecía deslumbrar, en mitad del mediodía.

--es bonito ¿verdad?—dijo Moltbent mirando alrededor. Pero Siros tenía en su cabeza muchísimas preguntas, tantas que no podía ahora fascinarse con el paisaje que veía.

Llamaron a la puerta se oyó como si alguien arrastrara un mueble, luego un fuerte golpe contra la misma puerta y seguidamente un chasquido.

--¿se puede saber quién narices ha dejado aquí este taburete?—preguntó una voz femenina

Siros miró a Moltbent con el ceño fruncido y éste le devolvió una mirada divertida acompañada de una sonrisa de oreja a oreja.

--perdona…oh vaya…. —dijo una voz masculina—ha sido un descuido, es que antes estaba…--

--bah, no importa—contestó la voz femenina—

--¿quieres abrir de una vez?—gritó otra voz femenina-- ¡se va a morir de viejo el que esté esperando!

--ya, ¡yaaa!—contestó la misma voz femenina del principio.

La puerta se abrió una chica algo más baja que Moltbent, con el pelo negro y ojos azabaches como el carbón se asomó por la puerta, tenía una piel pálida que hacía acentuar más el negro de sus ojos.

--¡¡Moltbent!!!—gritó sonriente—

--Abatwa—contestó Moltbent con un tono de alegría.

--¡eh, chicos!, ¡mirad quien ha venido!—

--¿Quién?—dijo un chico larguirucho y canijo, tenía una mirada típicas de esas que personas que parecen estar en otro lugar pero en realidad están escuchando--¡oh! Genial, Moltbent, llegas a tiempo para comer algo—

--Gracias Voldy, pero creo que por ahora estamos bien. —

--¿seguro? ¡Estoy haciendo espinacas con arroz y lentejas! –contestó Voldy entusiasmado

--eh…te aseguro de que no tengo hambre—

--¡Moltbent!, ¡hijo de perra!—gritó una chica—

--¿cómo estas, Schwa?—

Schwa, que bajaba las escaleras a toda prisa para abrazar a Moltbent. Tenía los ojos verdes como el páramo que rodeaba la casa, su piel era casi tan blanca como la de Abatwa, era algo más alta que ella. Saltó y abrazó a su amigo fue entonces cuando miró a Siros que seguía en la puerta mirando expectante.

--¿Quién es…?—empezó Schwa terminando la frase en un hilo de voz que se perdía en el aire y entonces todos miraron a la vez a Siros.

--este es Siros,--dijo presentando Moltbent al náufrago—lo he encontrado en el bosque.

Todos miraron con una enorme sonrisa a Siros, como quien mira a un amigo que hace mucho que no ve.

--eh… ¡encantada!—dijo Abatwa—

--¿quieres espinacas con…--empezó Voldy blandiendo una cacerola que humeaba

--¡Nadie va a comerse eso!—Interrumpió Schwa— ¡Hola, chaval!, no sabes la alegría que nos das—

--¿perdón?—dijo riendo amablemente Siros—

--lo que Schwa quiere decir—empezó Abatwa—es que nos alegra tener visitas y más con gente nueva—

--Abatwa, me ha visto utilizarlo… creo que será mejor que le demos algunas respuesta—

Abatwa miró sin decir nada a Moltbent y asintió le hizo una señal para que pasaran mientras Voldy cerraba la puerta.

La choza que por fuera parecía pequeña y pobre por dentro era bastante más grande como si no tuviera relación el exterior con el interior. Todo tenía un tenue color anaranjado y un olor a azahar, envolvía la casa. Había multitud de estanterías con libros, y artilugios raros. Pero lo que más llamaba la atención era una enorme escalera de caracol que ascendía hasta el techo donde, no había un piso superior sino una enorme cúpula de cristal, desde el que se veía los alrededores de la casa haciendo de la escalera un mirador cubierto por la cristalera. Además la escalera descendía hasta donde la vista alcanzaba. Mientras descendían al piso inferior Siros miró extrañado la escalera y luego a Moltbent.

--tiene un kilometro de profundidad, si es lo que te estas preguntando—dijo Moltbent—pero no te aconsejo que lo averigües, a partir del quinto piso… digamos que la cosa se pone peligrosa—

--sin duda—dijo riendo Voldy--mi libro de ruso está en la 7º planta inferior y no puedo ir a por el dichoso libro por culpa de unos topos gigantes—

Siros miró con los ojos abiertos como platos, a Voldy que iba en el segundo bajando la escalera.

Llegaron a un salón enorme con papel en las paredes de un color celeste, y cuadros de múltiples colores y dibujos. Aquella era una habitación con sillones blancos, una chimenea bastante grande y una mesa de madera de grandes proporciones. Si a Siros lo hubiesen traído con los ojos tapados, hubiese jurado que no estaba bajo tierra ni mucho menos. Todos tomaron asiento y fue entonces cuando Siros se preparaba para recibir las ansiadas respuestas que le correían.

--¿Qué quieres saber?—

--en primer lugar, ¿Dónde está esta isla?—

--nadie lo sabe—contestó Voldy—nosotros llegamos aquí…como tú, por casualidad—

-- Voldy…--dijo con tono serio Moltbent--Veras Siros. Tú no estas aquí por casualidad, llevamos buscándote unos dos años y siguiéndote uno.

--¿siguiéndome?—

--¿te suena, Amolap Zitro?—

--la verdad es que sí… ¿estaba en mi barco?—

Moltbent asintió—es más, es la dueña de ese diario que usas—

Siros miró el diario que usaba desde que llegó a la isla y pasó la mirada a Moltbent en busca de más respuestas.

--¿Por qué?—

--bueno, verás, nosotros no estamos atrapados aquí ni mucho menos. Es más tú tampoco, el problema es que nosotros estamos aquí por alguien...alguien que queremos salvar.

--uno de los nuestros—dijo Schwa--

--Y creemos que tú—continuó Moltbent-- puedes salvarlo, por eso te seguimos y por eso te hemos traído aquí—

Siros se levantó del sillón y caminó hasta la chimenea con aire pensativo. —entonces ¿fuisteis vosotros los que hundisteis mi barco?—

--¡ohm!, ¡no! Ni mucho menos, eso es algo que nunca haríamos, nuestra idea era atraerte hasta aquí de alguna manera. Pero al parecer hubo algunas complicaciones, aun no sabemos cómo pero…

--¿Qué no sabemos?—interrumpió Abatwa—Mira Siros, ¿sabes quienes son los Marítimos?

--claro, son los policías de los mares, yo mismo pertenezco a ellos—

--muy bien, pues son ellos los que hundieron el barco, saben que te estábamos buscando, saben que te estábamos atrayendo a nosotros…--

--pero… ¿para qué tomarse tantas molestias en mí? ¿Por qué matar a tantos compañeros, sólo para que no llegara aquí?—

--porque nos temen—contestó Moltbent—

--lo dices por lo que ¿hiciste antes?—

--exacto—

--¿cómo lo hiciste?—

--¿nunca has tenido en tu cabeza una palabra que no sabes por qué la recuerdas?, una palabra que no tiene sentido apenas, que cuando se la decías a otras personas no tenía ni pies ni cabeza…digamos que esa palabra es algo más de lo que parece. Existen miles de palabras y cada una tiene relación con una habilidad,

--¿por eso pronunciaste lo que dijiste?—preguntó Siros-- ¿para poner en marcha tu habilidad?

--Si, algo así, de todas formas no te extrañes si oyes a alguien decir la misma palabra. Hay personas que sin saberlo comparten la misma palabra, porque sus habilidades en base son iguales. Por ejemplo yo invoco a Arzibo, y me baso en la música. Es posible que alguien con habilidades similares a las mías tengan la misma palabra.

--¿pero que son esas palabras?—

--nadie lo sabe con seguridad, yo creo que son almas que comparten su sabiduría, en mi caso creo que es un hombre y creo que tiene algo que ver con las plantas, por eso imagino que es un hombre árbol o algo así—dijo Moltbent riendo-- nosotros, una de las cosa que hacíamos era investigar sobre ello, hasta que ocurrió el incidente que nos trajo aquí. –

--¿ese por el que me buscasteis?—

--bingo—dijo Schwa—Veras nosotros íbamos en un barco, teníamos cierta fama la verdad, no sólo buscábamos el significado de estas palabras, muchos de nosotros buscamos razones por las que sonreír, paisajes que ver, emociones que sentir y sobre todo sueños que hacer realidad—contestó Schwa con una sonrisa nostálgica que claramente compartían con sus compañeros-- el caso es que de repente, llegamos a esta isla que nadie avistó. Al llegar, uno de nosotros subió a la montaña y creó lo que ves, esa enorme ciudad con ese enorme castillo en tan sólo un día—

--¿cómo narices…?—

--No sabemos con demasiada certeza cómo lo hizo. —Dijo Voldy— Verás en cuanto hizo todo esto, No volvimos a saber de él, nos dijo que nos fuéramos si queríamos, era como si no fuese él mismo. Posteriormente se cambió el nombre, y decidimos quedarnos aquí para ayudarle y nos cambiamos el nombre, por los…—

--Por los marítimos—dijo Siros asintiendo--¿pero qué pinto yo aquí?—

--Pues que, antes de dejar de recibir noticias suyas, algunos de nosotros llegamos al castillo y la información que recibimos fue que en la pared principal del castillo ponía “Te he fallado, sólo soy una sombra oscura de lo que tú fuiste…”

--sigo sin entender—dijo el náufrago--

--¿te llamas Siros, verdad?—preguntó Abatwa--

--sí—

--bueno pues él al cambiarse de nombre se puso: Siros Dark Shade—

--en otras palabras—dijo Moltbent—su nombre es Siros sombra oscura, tú sombra…—

Mientras a kilómetros de allí un barco desembarca en la orilla donde, hace días, aparecía Siros.

--capitán, el almirante Querien, tenía razón, restos del barco han llegado a la isla de Los soñadores—

--bien, tendrán suerte si encontramos a Siros antes de que llegue al castillo y lo despedacen…--