jueves, 25 de agosto de 2011

Historias antiguas, el terrible color verde.

Desde pequeño, Gerome siempre ha sido un chico independiente. Alejado de los demás niños nunca, en la vida, ha sido capaz de relacionarse como los demás. De piel blanca, ojos verdes y pelo rizado, siempre ha sido escuálido igual que su vida.

Sin embargo, Gerome siempre ha tenido un objetivo: Ser el más fuerte que los demás pero sobre todo… ser superior a los demás. Y curiosamente sería su desdicha la que le ayudara.

Con 12 años, vagabundeaba por la ciudad de Relou. Una ciudad portuaria de gran belleza, para los pocos ricos que vivían allí, en Relou, se realizaban todos los negocios, todos los encargos que abastecían al mundo, allí se hacía.

Sin embargo la mayoría de los habitantes de tan magnífica ciudad, masificada de ríos que cortaban las calles, vivían en la inmundicia y la pobreza. Gerome, estaba entre ellos.

Una noche, Gerome, se encontraba en el puerto, buscando mercancías valiosas y suficientemente pequeñas como para poderlas robar con facilidad. Se escurría entre las sombras. Quería llegar a un barco que atracó por la tarde y que al parecer salía temprano. Ese barco según había oído, venia de la isla de Mera. Isla famosa por sus piedras preciosa.
Quizás, encontrara un baúl o una caja en la que robar algunas de esas valiosas piedras.

Gerome llegó hasta el muelle 16. Era el muelle en el que atracaba el barco o al menos, eso había oído. Cuando llegó se encontró con un barco que parecía un galeón de Birleo. Ciudad típica por sus embarcaciones. El barco era dorado pero no porque estuviese hecho o recubierto de oro, sino de betroclilatro, el falso oro. Ligero como una pluma pero solido como si fuese oro. También tenía unas velas altas y enormes de uso frecuente y en el caso de falta de viento o de huidas precipitadas, en la parte de popa, un motor de vapor, hacía girar las aspas que impulsaban el galeón. Sin duda era un barco de defensa, robusto y rápido. No contenía ningún tipo de arma que le hiciera aumentar el peso y con ello ralentizar su huida.

Gerome, impresionado por ver tan tremenda embarcación se frotó las manos y se coló por un ojo de buey cercano.

Miró alrededor y no encontró a nadie. Estaba en un camarote, de varios camastros, era simple, seguramente de algunos tripulantes.
Gerome, salió y empezó a buscar la bodega, sería allí donde estaría la codiciada mercancía

Se volvió a deslizar entre las sombras, esquivando a los marineros que estaban de guardia. Tardó una media hora en llegar, pero encontró la bodega.

Llena de cajas y baúles como había previsto. En el momento en el que pisó la bodega, abrió el primer baúl que encontró y… carbón.

--¡claro! ¡qué idiota!—

La isla de Mera... aparte de piedras preciosa, también eran fuente de carbón, se ve que también se aprovisionaban para la máquina de vapor que obviamente funcionaba con la quema del carbón ya que cerca se encontraba una pala y un saco en el que dedujo, se utilizaba para cargar el carbón a la maquina del piso superior.

Miró alrededor y vio un baúl pequeño, de color verde. Se acercó y lo abrió. Sólo había una piedra, de color verde, pero radiaba luz propia. Debía de ser muy valiosa pues estaba rodeada de cadenas.

Acercó la mano y el brilló se intensificó y de repente un calor insoportable y entonces… una explosión verde.tan poderosa que cubrió la bodega, los camarotes, el barco de betroclilatro, incluso el muelle 16 , todo voló por los aires, todo… excepto Gerome, que yacía en el agua inconsciente entre escombros que en cuanto se acercaban al cuerpo, ardían entre llamas verdes.