“Antes que nada quiero usar la poca proyección que tiene el blog para dar mi apoyo a las manifestaciones que se están dando por un país mejor. MUCHO ANIMO ESTAMOS CON VOSOTROS, este capítulo está dedicado a todos vosotros.”
Tras el tremendo rugido del topo ya malherido, los túneles empezaron a temblar de manera desproporcionada. Abatwa temiendo por el derrumbe decidió cortar la fuente de ello
--Siente…--murmuró la chica— ¡CAMEI DO GAIA!—
Tras estas palabras la tierra literalmente engulló al topo. Ante la cara atónita de Siros que aun estaba algo conmocionado por su accidentado intento de invocación, Abatwa se limitó a sonreir y decir –lo mío es la tierra y todos sus derivados, ya lo entenderás—
Sin embargo no hubo tiempo para más, varios topos aparecieron de la nada, asi que empezaron a correr.
--¿por dónde?—gritó Moltbent ayudando a Siros a levantarse—
--seguidme—
Corrieron lo más que podía por las galerías por las que indicaba Abatwa. Estuvieron así una media hora, mientras corrían, la chica y Moltbent intentaban aplacar el asedio de los topos, pero la música de Moltbent no era lo suficientemente alta como para que se oyera por encima de los rugidos de los topos y Abatwa no era capaz de parar a los topos mientras corrían y tampoco podía permitirse el lujo de hacerles frente cuando Siros aun cojeaba y seguía mareado.
--eh compañero—preguntó sonriente Moltbent-- ¿estas con nosotros?—
Pero a Siros no le parecía llegar la información , sus sentidos parecían abotagados. Su mirada perdida y nublada más su balbuceo como respuesta , hizo que Moltbent reaccionara con pavor.
--¡ABATWA!—gritó Moltbent— ¡SIROS!—
Abatwa abrió sus ojos ya de por sí grandes. Sabía que ya no podía hacer nada más salvo plantar cara y esperar que entre ella y Moltbent vencieran a los topos…
Mientras en la cabeza de Siros empezaba a aparecer otro sueño… algo más extraño que otras veces…
En una ciudad de montaña un joven Diego de unos 12 años de edad, portaba una armadura que cubría su hombro derecho y sus manos. también Unos pantalones oscuros y unas botas de cuero negras protegían sus pies mientras que su torso desnudo mostraba sus musculos aun sin desarrollar.
Un joven Kurt de 14 años permanecía de pie con una armadura similar de color negro. Mientras comía una manzana
--¿crees que hará caso a tu abuelo?—
--no conozco a nadie más sabio que él, si no les hacen caso… no tienen oídos—
Un chico rapado tendido junto a Diego jugueteaba con una pequeña armónica, éste no llevaba armadura. Vestía una casaca azul oscuro y unos pantalones a juego.
--Moltbent, para ya—dijo Kurt—me estas volviendo loco—
--me apasiona este instrumento, si averiguo como funciona y lo domino, no necesitaré el instrumento en sí…--
--lo sabemos—dijo riendo Diego—pero recuerda que estamos aquí en señal de protesta—
--¿tardará mucho más?—preguntó Moltbent
--no lo sé, está tardando, pero no olvidemos que está hablando con el parlamento de Estado--
--la verdad, dudo que nos dejen, el poder que tenemos les da miedo –
--tendrán que aceptarnos, sólo queremos igualdad—dijo Kurt—no pueden discriminarnos por eso, por tener poderes—
--les damos miedo, es lógico—
--tal vez, Diego, pero no es razón para que nos persigan y hasta nos maten—
Diego se disponía a hablar cuando una gran explosión hizo volar por los aires la puerta del congreso y el abuelo de Diego, anciano y con ropa de calle, salía del congreso lento pero con obvia premura.
--¡abuelo!—se apresuró Diego a gritar mientras corría hacia él--¿Qué ha pasado?—
--Diego, el congreso no acepta nuestra petición, nos temen—dijo mientras se agarraba al hombro de su nieto—no podemos rendirnos, hay que seguir luchando, para que nuestra habilidad sea algo bueno a la vista de los demás, tenemos que enseñarles las maravillas que podemos hacer—
--abuelo primero pongámonos a salvo, los soldados…--
--no, Diego—interrumpió el anciano—Diego, tú tienes que enseñarle al mundo las maravillas, la magia, la felicidad que podemos crear… tu tienes que ser eterno, no lo olvides—
El abuelo empujó a su nieto, junto a Moltbent y Kurt. Diego permanecía en el suelo a los pies de sus amigos perplejo. No entendía la reacción de su abuelo. Este se volvió a sus compañero
El anciano había ido al congreso a luchar por los derechos de personas como su nieto, para explicarles a los mandatarios que ellos, que podían controlar hasta los elementos, no eran una amenaza, sino todo lo contrario. Él había ido allí junto a miles de personas con el mismo don para reivindicar, la libertad de ser como son sin que lo discriminaran, sin que les atacaran por ser como son.
Miró a los miles de personas que creían en él, "controladores" les llamaban de forma despectiva. Cogió aire, mientras miles de soldados aparecían desde la puerta del congreso.
--compañeros míos—dijo el Diego viejo y cansado-- he pelado por nuestros derechos desde que alguien me enseñó que podíamos ser libres, desde que ese alguien me mostrara que nuestros poderes pueden ser más especiales de lo que ya son. Os pido que no os rindáis frente al menosprecio que nos dan… os pido que no os achantéis. Miradlos—dijo señalando a los soldado—No son más que personas, y nosotros venimos aquí con un sueño, un sueño que podemos hacer real, un sueño que vamos a hacer real—
El viejo se volvió a los soldados, se descubrió el torso que el tiempo había castigado, quitándose un abrigo largo , alzó el puño. Y gritó
--Mi sueños son los que me harán eterno—volvió la cara y miró a su nieto que empezaba a tener los ojos llenos de lagrimas, esa frase fue la que le dijo una vez mientras jugaba—luchad por ellos ¡HACEROS INMORTALES JUNTO A ELLOS!—
Miles de personas gritaron en señal de afinidad con estas palabras y también en señal de respeto al anciano, pero Diego no, Diego veía como se acercaban los soldado y el miedo que tenía se convirtió en pavor cuando un cuervo se posó en su rodilla
--no…--murmuró, pero ya era tarde miró a su abuelo y comprobó como un chico con el pelo largo y oscuro lo agarraba por el cuello
--hasta aquí tu revolución viejo, yo me encargaré de ello—dijo el desconocido.
Un pequeño crujido… casi imperceptible para los demás pero no para el pequeño Diego, una lagrima calló de sus ojos al suelo mientras Kurt perplejo repelía el ataque de un soldado.
Una batalla campal entre controladores contra soldados, que sólo duró segundos.
Diego gritó, como nadie había oído gritar a nadie. Todos se pararon asombrados por el grito.
--¡ARDE!...¡ARDE JODER!—gritó llenó de furia—¡METEORA!—
Un destello cegador iluminó la zona y Diego apareció frente al asesino de su abuelo.
--juro desde hoy mismo que no pararé hasta matarte—
--veo que al menos, entiendes que no puedes hacerme nada ahora—dijo el desconocido
--te mataré—
--hasta entonces… me llevo el cuerpo—dijo el desconocido—
Diego no pudo hacer nada, el tipo agarró el cuerpo de su abuelo y desapareció entre miles de cuervos.
El nieto sólo tuvo ocasión de intentar agarrarlo y caer al suelo
--Velop—dijo mientras desaparecía—mi nombre es Velop, no lo olvides niñato—
Los soldado desaparecieron tras el fogonazo, y sólo quedó el pequeño Diego en el suelo sollozando.
--Diego—dijo Moltbent—estas…
--No soy Diego—dijo el pequeño—mi sombre es Jacob Carax, el asesino de Velop—
--¡despierta!—
Siros, despertó en la galería donde tres topos estaban en el suelo degollados.
--¿Qué ha pasado?—preguntó Moltbent—
--creo que he descubierto como murió el abuelo de Siros Dark—dijo Siros
La cara de Moltbent cambio rápidamente de feliz a serio. Siros se intentó incorporar y vio a los topos degollados.
--qué bárbaro—dijo Siros-- ¿lo habéis echo vosotros sólos?
--les hemos echado una manita—dijo una voz en la oscuridad
--no cambies de tema—dijo Moltbent-- ¿Qué viste?
--una manifestación o algo así, y tú estabas ahí pero sin rastas—dijo señalando a Moltbent—y Siros, aunque con otro nombre y… ¡tú!, tu también—
--claro—contestó Kurt saliendo de la oscuridad-- ¿pero cómo narices sabes tú eso?—