martes, 11 de enero de 2011

dia 3 (continuación)

Habían llegado por fin a la casa de los Tres Habladores, allí aparecía una pequeña choza, oscura hecha de lo que parecía adobe y paja, la pequeña casita se situaba en mitad de un páramo, enorme y tan verde que parecía deslumbrar, en mitad del mediodía.

--es bonito ¿verdad?—dijo Moltbent mirando alrededor. Pero Siros tenía en su cabeza muchísimas preguntas, tantas que no podía ahora fascinarse con el paisaje que veía.

Llamaron a la puerta se oyó como si alguien arrastrara un mueble, luego un fuerte golpe contra la misma puerta y seguidamente un chasquido.

--¿se puede saber quién narices ha dejado aquí este taburete?—preguntó una voz femenina

Siros miró a Moltbent con el ceño fruncido y éste le devolvió una mirada divertida acompañada de una sonrisa de oreja a oreja.

--perdona…oh vaya…. —dijo una voz masculina—ha sido un descuido, es que antes estaba…--

--bah, no importa—contestó la voz femenina—

--¿quieres abrir de una vez?—gritó otra voz femenina-- ¡se va a morir de viejo el que esté esperando!

--ya, ¡yaaa!—contestó la misma voz femenina del principio.

La puerta se abrió una chica algo más baja que Moltbent, con el pelo negro y ojos azabaches como el carbón se asomó por la puerta, tenía una piel pálida que hacía acentuar más el negro de sus ojos.

--¡¡Moltbent!!!—gritó sonriente—

--Abatwa—contestó Moltbent con un tono de alegría.

--¡eh, chicos!, ¡mirad quien ha venido!—

--¿Quién?—dijo un chico larguirucho y canijo, tenía una mirada típicas de esas que personas que parecen estar en otro lugar pero en realidad están escuchando--¡oh! Genial, Moltbent, llegas a tiempo para comer algo—

--Gracias Voldy, pero creo que por ahora estamos bien. —

--¿seguro? ¡Estoy haciendo espinacas con arroz y lentejas! –contestó Voldy entusiasmado

--eh…te aseguro de que no tengo hambre—

--¡Moltbent!, ¡hijo de perra!—gritó una chica—

--¿cómo estas, Schwa?—

Schwa, que bajaba las escaleras a toda prisa para abrazar a Moltbent. Tenía los ojos verdes como el páramo que rodeaba la casa, su piel era casi tan blanca como la de Abatwa, era algo más alta que ella. Saltó y abrazó a su amigo fue entonces cuando miró a Siros que seguía en la puerta mirando expectante.

--¿Quién es…?—empezó Schwa terminando la frase en un hilo de voz que se perdía en el aire y entonces todos miraron a la vez a Siros.

--este es Siros,--dijo presentando Moltbent al náufrago—lo he encontrado en el bosque.

Todos miraron con una enorme sonrisa a Siros, como quien mira a un amigo que hace mucho que no ve.

--eh… ¡encantada!—dijo Abatwa—

--¿quieres espinacas con…--empezó Voldy blandiendo una cacerola que humeaba

--¡Nadie va a comerse eso!—Interrumpió Schwa— ¡Hola, chaval!, no sabes la alegría que nos das—

--¿perdón?—dijo riendo amablemente Siros—

--lo que Schwa quiere decir—empezó Abatwa—es que nos alegra tener visitas y más con gente nueva—

--Abatwa, me ha visto utilizarlo… creo que será mejor que le demos algunas respuesta—

Abatwa miró sin decir nada a Moltbent y asintió le hizo una señal para que pasaran mientras Voldy cerraba la puerta.

La choza que por fuera parecía pequeña y pobre por dentro era bastante más grande como si no tuviera relación el exterior con el interior. Todo tenía un tenue color anaranjado y un olor a azahar, envolvía la casa. Había multitud de estanterías con libros, y artilugios raros. Pero lo que más llamaba la atención era una enorme escalera de caracol que ascendía hasta el techo donde, no había un piso superior sino una enorme cúpula de cristal, desde el que se veía los alrededores de la casa haciendo de la escalera un mirador cubierto por la cristalera. Además la escalera descendía hasta donde la vista alcanzaba. Mientras descendían al piso inferior Siros miró extrañado la escalera y luego a Moltbent.

--tiene un kilometro de profundidad, si es lo que te estas preguntando—dijo Moltbent—pero no te aconsejo que lo averigües, a partir del quinto piso… digamos que la cosa se pone peligrosa—

--sin duda—dijo riendo Voldy--mi libro de ruso está en la 7º planta inferior y no puedo ir a por el dichoso libro por culpa de unos topos gigantes—

Siros miró con los ojos abiertos como platos, a Voldy que iba en el segundo bajando la escalera.

Llegaron a un salón enorme con papel en las paredes de un color celeste, y cuadros de múltiples colores y dibujos. Aquella era una habitación con sillones blancos, una chimenea bastante grande y una mesa de madera de grandes proporciones. Si a Siros lo hubiesen traído con los ojos tapados, hubiese jurado que no estaba bajo tierra ni mucho menos. Todos tomaron asiento y fue entonces cuando Siros se preparaba para recibir las ansiadas respuestas que le correían.

--¿Qué quieres saber?—

--en primer lugar, ¿Dónde está esta isla?—

--nadie lo sabe—contestó Voldy—nosotros llegamos aquí…como tú, por casualidad—

-- Voldy…--dijo con tono serio Moltbent--Veras Siros. Tú no estas aquí por casualidad, llevamos buscándote unos dos años y siguiéndote uno.

--¿siguiéndome?—

--¿te suena, Amolap Zitro?—

--la verdad es que sí… ¿estaba en mi barco?—

Moltbent asintió—es más, es la dueña de ese diario que usas—

Siros miró el diario que usaba desde que llegó a la isla y pasó la mirada a Moltbent en busca de más respuestas.

--¿Por qué?—

--bueno, verás, nosotros no estamos atrapados aquí ni mucho menos. Es más tú tampoco, el problema es que nosotros estamos aquí por alguien...alguien que queremos salvar.

--uno de los nuestros—dijo Schwa--

--Y creemos que tú—continuó Moltbent-- puedes salvarlo, por eso te seguimos y por eso te hemos traído aquí—

Siros se levantó del sillón y caminó hasta la chimenea con aire pensativo. —entonces ¿fuisteis vosotros los que hundisteis mi barco?—

--¡ohm!, ¡no! Ni mucho menos, eso es algo que nunca haríamos, nuestra idea era atraerte hasta aquí de alguna manera. Pero al parecer hubo algunas complicaciones, aun no sabemos cómo pero…

--¿Qué no sabemos?—interrumpió Abatwa—Mira Siros, ¿sabes quienes son los Marítimos?

--claro, son los policías de los mares, yo mismo pertenezco a ellos—

--muy bien, pues son ellos los que hundieron el barco, saben que te estábamos buscando, saben que te estábamos atrayendo a nosotros…--

--pero… ¿para qué tomarse tantas molestias en mí? ¿Por qué matar a tantos compañeros, sólo para que no llegara aquí?—

--porque nos temen—contestó Moltbent—

--lo dices por lo que ¿hiciste antes?—

--exacto—

--¿cómo lo hiciste?—

--¿nunca has tenido en tu cabeza una palabra que no sabes por qué la recuerdas?, una palabra que no tiene sentido apenas, que cuando se la decías a otras personas no tenía ni pies ni cabeza…digamos que esa palabra es algo más de lo que parece. Existen miles de palabras y cada una tiene relación con una habilidad,

--¿por eso pronunciaste lo que dijiste?—preguntó Siros-- ¿para poner en marcha tu habilidad?

--Si, algo así, de todas formas no te extrañes si oyes a alguien decir la misma palabra. Hay personas que sin saberlo comparten la misma palabra, porque sus habilidades en base son iguales. Por ejemplo yo invoco a Arzibo, y me baso en la música. Es posible que alguien con habilidades similares a las mías tengan la misma palabra.

--¿pero que son esas palabras?—

--nadie lo sabe con seguridad, yo creo que son almas que comparten su sabiduría, en mi caso creo que es un hombre y creo que tiene algo que ver con las plantas, por eso imagino que es un hombre árbol o algo así—dijo Moltbent riendo-- nosotros, una de las cosa que hacíamos era investigar sobre ello, hasta que ocurrió el incidente que nos trajo aquí. –

--¿ese por el que me buscasteis?—

--bingo—dijo Schwa—Veras nosotros íbamos en un barco, teníamos cierta fama la verdad, no sólo buscábamos el significado de estas palabras, muchos de nosotros buscamos razones por las que sonreír, paisajes que ver, emociones que sentir y sobre todo sueños que hacer realidad—contestó Schwa con una sonrisa nostálgica que claramente compartían con sus compañeros-- el caso es que de repente, llegamos a esta isla que nadie avistó. Al llegar, uno de nosotros subió a la montaña y creó lo que ves, esa enorme ciudad con ese enorme castillo en tan sólo un día—

--¿cómo narices…?—

--No sabemos con demasiada certeza cómo lo hizo. —Dijo Voldy— Verás en cuanto hizo todo esto, No volvimos a saber de él, nos dijo que nos fuéramos si queríamos, era como si no fuese él mismo. Posteriormente se cambió el nombre, y decidimos quedarnos aquí para ayudarle y nos cambiamos el nombre, por los…—

--Por los marítimos—dijo Siros asintiendo--¿pero qué pinto yo aquí?—

--Pues que, antes de dejar de recibir noticias suyas, algunos de nosotros llegamos al castillo y la información que recibimos fue que en la pared principal del castillo ponía “Te he fallado, sólo soy una sombra oscura de lo que tú fuiste…”

--sigo sin entender—dijo el náufrago--

--¿te llamas Siros, verdad?—preguntó Abatwa--

--sí—

--bueno pues él al cambiarse de nombre se puso: Siros Dark Shade—

--en otras palabras—dijo Moltbent—su nombre es Siros sombra oscura, tú sombra…—

Mientras a kilómetros de allí un barco desembarca en la orilla donde, hace días, aparecía Siros.

--capitán, el almirante Querien, tenía razón, restos del barco han llegado a la isla de Los soñadores—

--bien, tendrán suerte si encontramos a Siros antes de que llegue al castillo y lo despedacen…--

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